lunes, 24 de septiembre de 2007

Un día

Tu sola presencia infundía en mí una fuerte sensación de incertidumbre,
de la suerte que nos guarda la vida…
Imposible no contemplar al instante la comisura de tus labios!
Y en ese instante en que tus ojos se vieron en los míos quise escucharte,
conocer tu historia, tus querellas, perderme en tu conceptismo y
olvidarme del tiempo y sus quehaceres. Lo logre.

Entonces, quise ser parte de tu conceptismo y te ofrecí el mío…
Comenzó el juego, al punto de hacerme adicta y pensar todo el día en el.
Desnuda ante ti estuve más de una vez…
Eludían los sentidos toda razón de la razón y tus manos se asieron a las mías sin porqués, sin condición.

Rendida a lo desconocido, a lo nuevo, a lo incierto,
a mis ganas, al deseo, rendida ante el hambre de mis labios,
por la ya intuida ambrosía de los tuyos! Te bese…

Besarte, besarnos…

No era juego, era verdad.
Una verdad única y sincera, de la cual llevo conmigo un bonito recuerdo; y en otras tantas ocasiones, una profunda envidia de mí en esos días,
anhelo de esos instantes, nostalgia de tus manos, melancolía de los besos…
¡Ganas de volver a esas tardes de ensueños!
A los puntos en que convergemos…
Y hacer entonces mujer, cosas no normales, esas inolvidables…
Cosas como besarte.


Simplemente, yo.
14 de Junio de 2007 Blanco

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